sábado, 10 de septiembre de 2011

Un amor verdadero en la dinastía Tudor

En la corte de Enrique VIII de Inglaterra no todo era perfidia y maldad, existió una joven y bella princesa que era la antítesis de su malévolo hermano, el temido y temible rey.
María era la hija menor del primer soberano de la dinastía Tudor Enrique VII, un advenedizo que justificó en parte su ascenso a la corona de Inglaterra mediante su matrimonio con Isabel de York, hija del rey Eduardo IV de York y hermana del sucesor de este, Eduardo V, de la dinastía que provenía en línea directa de los míticos Plantagenet.



María Tudor, Reina de Francia, Princesa de Inglaterra, Duquesa de Suffolk

En lo que le permitía su maquiavélico carácter, Enrique estuvo muy unido a su hermana menor, tanto así que a su primogénita, hija del matrimonio con la española Catalina de Aragón, la llama con el nombre de su querida hermana.
Hermosa como un sol, María tuvo muchos aspirantes a su mano entre las principales casas reales europeas, era el rey quien debía decidir su matrimonio y deseando una alianza con Francia, no tuvo ningún reparo en casarla con Luis XII, quien a la época contaba con 52 años y era un anciano, una vida licenciosa le había causado un envejecimiento prematuro.
No le valieron de nada súplicas y llantos, en 1514 con solo 18 años contrae nupcias que la convertían en Reina de Francia.




Durante las fiestas y agasajos por su real matrimonio conoce a Charles Brandon Duque de Suffolk, el amor entre ambos es inmediato aunque siempre se mantuvo a nivel platónico.
Solo 3 meses después, Luis XII de Francia muere, ascendiendo al trono Francisco de Valois, como Francisco I.
La reina viuda María desafiando con el mayor de los corajes a su hermano el Rey de Inglaterra, casa en secreto en París con su adorado Suffolk.





Pocos días después de éste matrimonio viene a enterarse Inglaterra de lo acontecido, el rey entra en todas las furias, no solo porque Suffolk contaba con tres matrimonios en su haber encontrándose aún viva su primera esposa, conociendo a Enrique VIII este sería solo un pretexto, la verdadera razón de su enojo es que se le iba de las manos una princesa real quien era un valioso instrumento para concertar posibles alianzas políticas a través de ventajosos matrimonios.
En un acto que podría haber sido considerado un milagro contrario a la lógica y ante los hechos consumados, Charles y María contraen matrimonio oficialmente en Londres con la venia del rey ; he usado el condicional "podría haber sido considerado" , notemos las fechas, el matrimonio de los Duques de Suffolk se realiza en 1515, lejanos se encontraban aún los tiempos de la aparición de "El Cuervo Negro" Ana Bolena quien quizás haya sido la única que despertaría en Enrique VIII sus más oscuros instintos originados en una pasión irrefrenable. Podrían haber sido diferentes la vida y conducta de éste soberano sin la aparición de la Bolena? La respuesta a ésta pregunta se mantendrá siempre a nivel de conjetura.
Pero volvamos mejor a la historia de amor limpio y verdadero, los Suffolk fueron muy felices, más ésta felicidad duró relativamente poco, nuestra heroína muere de tuberculosis con solo 37 años.
María amó realmente a su segundo esposo, pudiendo casarse nuevamente al enviudar a solo 18 años con alguna cabeza coronada ya que era pretendida por grandes reyes y señores, prefirió hacerlo con su adorado Charles.
Amó del mismo modo y con igual intensidad Charles a María? Si respondemos basándonos en su comportamiento inmediato posterior a la muerte de María, la respuesta sería negativa.
Menos de un año después de la desaparición de su "amada esposa" casa con la prometida de su hijo, una muchachita de 14 años quien además era su pupila

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