jueves, 22 de septiembre de 2011

Enrique VIII Un sádico más?

 Es bastante conocida por todos en general la historia de Enrique VIII y sus seis esposas, a lo largo de 500 años se han intentado las más variadas explicaciones para este real pero extraño comportamiento, siendo mayormente aceptada aquella de la búsqueda incesante del tan ansiado heredero varón.




Esta versión sería aceptable solo en lo que concierne a sus dos primeras mujeres, más con la tercera de ellas se ven satisfechos sus deseos de perpetuación dinástica a través del futuro Eduardo VI.
Analicemos desde una perspectiva diferente a Enrique en su relación con éstas reinas:


Enrique y Catalina de Aragón.
Esta princesa, hija de los Reyes Católicos casó en primeras nupcias con el hermano mayor de Enrique, Arturo Príncipe de Gales. Al fallecer este, se pide la dispensa papal aduciendo que Arturo no había llegado a consumar el matrimonio, cosa por demás falsa. Enrique logra su propósito, se une en matrimonio a la princesa española.




Los primeros años de la pareja son de felicidad, más Catalina luego de una serie de abortos y niños muertos en tempranísima edad, solo logra dar como heredera a Inglaterra a una niña, la princesa María.
Enrique comienza el desfile de amantes, cosa que no sería extraño para los cánones de la época, la particularidad era que éstas infidelidades las llevaba a cabo sin ningún respeto por la reina, no tenía reparo en protagonizar efusivas escenas amorosas en presencia nada menos de aquella que había nacido como Infanta de Aragón y Castilla.
Así llega a la vida de Enrique, Ana Bolena "El Cuervo Negro", por temor a posibles represalias del sobrino de Catalina, el Emperador Carlos V, la reina no fue pasada por el verdugo; hubiera podido Enrique enviarla de vuelta a su natal España, gratuitos fueron su crueldad y sadismo hacia ella, la mantuvo cautiva en el castillo de Kimbolton hasta el día de su muerte.

Enrique y Ana Bolena.
Decidida la ruptura con la Iglesia de Roma, Enrique VIII logra casarse con Ana Bolena, mujer astuta y ladina que no logra darle un hijo varón.




Enrique se cansa rápidamente de su nueva reina, había llegado a un punto que su conducta no mostraba ningún respeto por las elementales normas de la corrección y la ética. Acusa a Ana de las infidelidades más aberrantes las que llegaban inclusive al incesto.
No le ahorró la vida a la mujer que le había dado una hermosa hija, la princesa Isabel, hubiera podido mantenerla prisionera en un monasterio o enviarla al exilio, pero una vez más mostró su lado oscuro de puro sadismo, Ana fue condenada a la decapitación.


Enrique y Jane Seymour.
No deja pasar nuestro alegre viudo más que pocos días y se casa por tercera vez con Jane Seymour, era esta de carácter tan sumiso y sombrío que no hubo manera de que despertara el sadismo de Enrique VIII, sin mencionar que quizás no le dio el tiempo para ello, murió pasado poco más de un año de su ascenso al trono de Inglaterra, luego de haber traído al mundo al futuro Eduardo VI.



Enrique y Ana de Cleves.
Observaba Enrique que su hijo no era un niño sano, así decide buscar una nueva esposa girando su atención hacia alguna que perteneciera a una raza fuerte que le diera muchos herederos





Su elección cayó sobre una princesa protestante, pensaba así contar con un posible aliado en caso que los conflictos con el papa se agravasen.
La nueva reina no agradó físicamente al soberano, dicho sea de paso, él se había convertido en un ser obeso con llagas purulentas en las piernas que emitían un olor nauseabundo, no habría tenido mucho derecho de exigir una belleza por esposa.
La pobre alemana sufrió toda serie de vejaciones provenientes nuevamente de la faceta sádica de este innoble soberano del buen pueblo inglés; más fue inteligente, no se opuso a declarar todo aquello que se le solicitó, quería solo regresar a la corte de su hermano el Duque de Cleves con la cabeza sobre los hombros... ; no se le permitió hacerlo, vivió hasta el último de sus días en calidad de prisionera en un castillo inglés.


Enrique y Catalina Howard.
Bordeaba los 50 años nuestro Enrique y puso sus ojos en una prima de su segunda esposa, una fogosa muchachita de menos de 20 años de edad. A estas alturas de su vida, el rey emulaba de la manera más convincente posible al "Barba Azul" de Perrault, se hastió en menos de dos años de su joven esposa.




Como en el caso de Ana Bolena, Catalina fue enjuiciada presenciando Enrique escondido detrás de una cortina los pormenores de las acusaciones, al parecer esto halagaba su conocido lado sádico. Catalina pierde la cabeza en 1542.

Enrique y Catalina Parr.
Como era su costumbre se consoló pronto, casa un año después con Catalina Parr, parecería que Enrique se encontraba demasiado doliente de sus enfermedades para maquinar algún nuevo sadismo para su flamante sexta esposa, este matrimonio duró 4 años. Sí, Catalina sobrevivió a su cruel marido.





Enrique VIII Tudor, Rey de Inglaterra, descendiente por rama materna de los Plantagenet muere en 1547, se dice que sufría de sífilis que le habría causado úlceras en todo el cuerpo que le producían atroces sufrimientos. Sería que desde el más allá, Catalina de Aragón, Ana Bolena, Jane Seymour y Catalina Howard, las cuatro esposas que fallecieron antes de él, se vengaban del sádico al que estuvieron unidas en sagrado matrimonio?



1 comentario:

  1. Muy buen resumen de la vida de este peculiar monarca con cada una de sus esposas.
    Te felicito Amiga.

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